Una nueva investigacion de la Universidad de Uppsala demostró que una región específica del cerebro que contribuye a la sensación de apetito, está más activa cuando una persona observa alimentos después de una noche desvelado.
Como consecuencia de esto, a largo plazo, dormir poco podría influenciar el riesgo de convertirse en obeso
“Está comprobado que quien no duerme, come más. Quien sufre de insomnio muchas veces no sabe que hacer, entonces va a la nevera y come algo, o come galletas frente al televisor. Muchos estudios unen el hecho de no dormir y aumento del apetito con el metabolismo. Sin embargo, éste relaciona el sueño y el hambre con reacciones cerebrales, lo que representa una explicación nueva al fenómeno”.
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