Dicen que a los hombres no les gusta pedir direcciones ni aceptar que se han equivocado. Puede que eso sea cierto, pero hay algo que los irrita mucho más todavía: hablar sobre disfunción eréctil. La posibilidad de no poder desempeñarse sexualmente como quisieran, de ver su virilidad amenazada, es un tema que, nos atrevemos a apostar, la mayoría de los caballeros no quisiera tocar ni con una vara de 10 pies… perdonando el juego de palabras.
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