En el nuevo estudio, las mujeres que tenían trabajos en ventas, guarderías y escuelas, que requerían muchas horas de pie, tuvieron bebés con unas cabezas alrededor de tres por ciento más pequeñas que las mujeres que tenían otros trabajos durante el embarazo, hallaron los investigadores.
No se sabe si esto planteará una diferencia en el desarrollo a largo plazo del niño, señaló el investigador líder Alex Burdorf, del departamento de salud pública del Centro Médico de la Universidad de Erasmo, en Róterdam.
“No estamos seguros al respecto”, planteó. “Pero hay indicaciones claras de que una cabeza más pequeña podría afectar el desarrollo cognitivo [del cerebro] de forma negativa”.
No se puede predecir exactamente de qué forma eso podría tener que ver con el desarrollo de un niño particular, “pero a nivel grupal una cabeza más pequeña se considera un inicio negativo”, señaló Burdorf. LEER MAS
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